Intervención en Centro Cultural de España en Buenos Aires 2007

¿Qué contiene la memoria del escritor?, se pregunta la narradora española María Tena (Madrid, 1953). Para ella, “la memoria literaria es un armario que se abre a cada rato, un sitio oscuro y luminoso a la vez, absurdo y lógico, ordenado y convulso, de cuyo interior salen objetos mezclados arbitrariamente”.

María Tena pasó su infancia en Irlanda y Montevideo. Hija de un diplomático y una poeta, sus hermanos son también escritores o lectores compulsivos. Se licenció en Literatura Hispánica y Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido por dos veces finalista del Premio Herralde y desde hace varios años es profesora de Escritura creativa y Novela. Ha publicado dos libros de este género: Tenemos que vernos (2003) y Todavía tú (2007), ambas por Anagrama.

“Si soy escritora es porque recuerdo, si vivo es porque puedo manipular todo lo que una vez fui”, confiesa. María Tena llama a eso imaginación, su fantasía. Y la escritura es la única capaz de reinventarle la experiencia cotidiana o quizás amorfa, por eso cita a Claudio Magris: “Recordar y escribir significa alinear la ineptitud, reinventar y resistematizar la propia vida caótica que se desvanece en lo informe, darle un sentido hipotético o al menos componerla con la decencia de un orden”.

“Escribir literatura es recordar y, sobre los recuerdos, ser capaz de construir algo nuevo. Escribir es también manipular los recuerdos. Porque la memoria tiene que ser un territorio de libertad, una chispa que nos ponga a volar”. A la manera en que Nabokov cazaba mariposas, o lo que ella ha dado en llamar “un ejercicio de cirugía” del escritor.
Al preguntarse qué es la inspiración, se responde que un procedimiento de selección individual de recuerdos en medio del presente: una continua huida. (Paul Ricoeur)
“Hay que ser capaz de separarse algunos metros por encima de la propia experiencia individual, reírse de ella, ponerla en cuestión, porque como dice Horacio Quiroga en su decálogo, una de las reglas  para hacer un buen cuento es: ‘No escribir como un desahogo’”.

María Tena prefiere escribir de las cosas que le son familiares, y piensa que es bastante minimalista, le gusta que el lector llene los huecos, que fabule también. Hace poco un amigo actor le confesó que el único momento que vive como presente es la actuación, ella cree que al escritor le pasa lo mismo cuando escribe. Y que la memoria es la salvaguarda de nuestra identidad como individuos y naciones.

A continuación, Raúl Brasca, narrador argentino dedicado en los últimos años a la escritura de microficciones, hace algunas preguntas a María Tena, a propósito de la memoria como detonante de su conferencia, y de la publicación de Todavía tú. Para él, la novelista hace un refinado uso de la palabra, su escritura es diáfana y clara, creadora de ambientes sutiles. Su pasión es la literatura, como narradora es capaz de condensar mundos, elegir situaciones significativas que dicen más que las explicaciones: una poderosa combinación de emoción e inteligencia. Su más importante virtud es el encanto.

¿Qué es la imaginación: un territorio de la experiencia o de la memoria? ¿Es más imaginativo un escritor que crea mundos coherentes de lagartos verdes u otro que elige soluciones concretas para la demanda de su relato, más apegadas a lo conocido? Quizás a una prefiramos llamarla fantasía y a la otra, una imaginación más realista.

Acerca de cuál fue la magdalena que en el sentido proustiano, desatara sus recuerdos para construir Todavía tú, Tena confiesa que un gran amor, quizá el más imborrable de todos, el más persistente.

En relación a si la memoria salva o condena, ella ejemplifica con el deseo de su protagonista de usar siempre ropa nueva. Con esa obsesión, el exitoso arquitecto muestra que su memoria es su rencor; su cuerpo le recuerda que fue pobre pero no puede parecerlo.

¿La melancolía es un recuerdo que se ignora? ¿Es posible abandonar los recuerdos?
Para ella el recuerdo sería como una roca que a veces la ola, al estallar contra ella, la descubre o la tapa completamente, en relación a la marea. Pero la roca y el recuerdo están ahí, son físicos.

“Todavía tú es una novela sobre la memoria. Sobre lo que se pierde y lo que se reconstruye. Sobre esa manipulación. Y sin embargo lo que digo es una obviedad. Todas las novelas son sobre la memoria porque, ¿qué tiene el escritor si no es su memoria para batir algunas de las imágenes del pasado? Una novela sobre la memoria pero no sólo la memoria de los hechos que realmente sucedieron sino de todo lo que soñamos, lo que deseamos. Un paisaje perdido. Y ese paisaje perdido es un pueblo y una playa de Cantabria”.

¿Escribes para la posteridad o para tus contemporáneos? María Tena lo hace para saber quién es, por una vocación de identidad que la sacude y la coloca en el mundo. Siempre se reconoce en lo que escribe, aunque a veces se sorprende de alguna amargura o morbosidad plasmada en sus textos. Cree que le falta cierta maldad, con la que desea experimentar en sus textos futuros. Ella dice secarse las heridas con sus borradores y papeles literarios, como si fueran papel secante.

Acerca del canon literario o “adn de la literatura”, elegido por críticos y académicos como memoria futura, Brasca le pregunta si cree en él, si es una lista rígida, si cambia con el tiempo. Tena cree en un listado de imprescindibles para cada cultura. Intenta no plagiar, pero sí leer como lo hacen los escritores, aprender las técnicas, el lenguaje y las imágenes de los grandes escritores que la precedieron. “Ese canon podemos incluirlo en nuestro inmenso armario, apropiarnos de él, hacerlo nuestro y que sirva para mezclarlo con nuestra propia memoria individual”. Cada escritor tiene un tema, un temperamento y de ahí que tenga referentes canónicos muy precisos, distinguidos. Brasca polemiza con la idea del canon utilitariamente sostenido a veces por la academia o el poder político.

María Tena está inmersa ahora en su deseo de escribir una nueva novela sobre los tipos de recuerdos, o cuentos sobre recuerdos. Así se despide.